Un poco de psicología a FRIENDS

Después de diez años de haber conocido a Phoebe, Rachel, Mónica, Chandler, Ross y Joey, en el ultimo capitulo de la serie Friends, se muestran los sentimientos encontrados de partir para continuar cada uno su vida y conservar una amistad donde hubo peleas, encuentros, tristezas, alegrías, enamoramientos y muchas otras cosas, consiguiendo una fuerte unión.

Analizando, encontramos las similitudes que guarda la serie con la realidad, no sólo porque cada personaje tiene un carácter que lo define, como sucede enla vida real, donde los grupos de amigos se integran por el gracioso, el tonto, el intelectual, el que escucha a todos, etc., es decir, se consigue la proyección mediante situaciones recreadas o inventadas inspiradas en la realidad, con el plus de reacciones posibles a situaciones, aumentando el nivel de identificación y por tanto de simpatía con la serie; por ejemplo, la despedida envuelve tristeza e indignación disimuladas con bromas para conseguir alegría, algo conocido para quienes nos hemos despedido de amigos, pero también deseada por aquellos que nunca lo han hecho y les gustaría (en caso de ser así) una muy parecida a la de Friends.

La necesidad de experimentar esos sentimientos encontrados en el “adiós” de la serie, implica el reconocimiento individual e inconciente de nunca sufrir una despedida de los amigos más cercanos, introyectando la emoción que nos falta vivir a manera de fantasía y rechazando la posibilidad real con comentarios como ¡qué triste! o a mi nunca me va a pasar.

Recordemos que los medios son el escape de las pulsiones y las represiones sufridas a diario, debido a la existencia de una sociedad reguladora de comportamientos y pensamientos para conseguir un orden y permitir la existencia de “los otros”, a través de, por ejemplo, la moral.

Cuando en pleno parto se enteran Mónica y Chandler que serán padres de gemelos y se preguntan qué hacer, el miedo de “Chan”  obliga a proponer deshacerse de uno de ellos y darle a cada uno un collar a la mitad para que años más tarde, si se encuentran, reconozcan su parentesco al juntar el collar, a lo que “Mon” se niega rotundamente e impone el sentimiento y protección de madre, advirtiendo a su hombre que no le importan las dificultades se harán cargo de los dos niños, a lo que cede Chandler.

En esa parte se observan varios pulsiones a los que seguramente todos nos enfrentaríamos de vivir esa situación en la realidad; el miedo y la previsión por saber cómo saldrán las cosas en el futuro son los principales, sin embargo, está la instancia del superyó presentada: no está bien deshacerse de un hijo y menos cuando tiene un gemelo; la sociedad no lo acepta, está mal. Es una representación de la realidad disimulada con la gracia de Chandler, pues realmente nadie propondría algo así minutos antes que nazca el otro bebe, simplemente el superyó se impondría para no quedar mal, pero la simple emoción de ver una reacción así en la televisión significa soñar con ello y hacer de cuenta que la vivimos.

El ser humano no puede expresar todos su “caprichos” y pensamientos, pues muchos son malos, y si bien Freud hace referencia a lo sexual, existen muchos otros casos de los que se apoyan las producciones televisivas y cinematográficas principalmente, para  proyectar cómo actuaríamos o qué queremos, por eso Friends tuvo tanto éxito, no es que no haya grupos de amigos tan unidos y con relaciones amorosas entre ellos, pero es la escapatoria del mundo real o lo real llevado a lo fantástico para verlo con “otros ojos”; invita a unos a soñar con ello.

Cabe mencionar los recuerdos, a través de los que sentimos emociones y pulsiones; momentos placenteros imposibles de repetir pero que gracias a esa identificación los introyectamos individualmente.

Es por eso que surge la necesidad de ver cintas y programas de acción o cursis, pues en el fondo muchos deseamos ser de una u otra forma y como no es posible, creemos ser aquel que pelea sin sangrar o la que se baja del avión para permanecer junto al amor de su vida, como en el caso de Friends. Todo lo anterior existe como una escapatoria, de otra manera la neurosis crecería por la frustración y los deseos. 

Hay que recordar que las identificaciones y proyecciones están encaminadas al orden y a la reproducción del hombre ideal para el funcionamiento del sistema, pues existen bajo una ideología social para conseguir perdurar por un largo tiempo.

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Sublime liberación

Camila despierta, despierta triste. La rutina del inicio de semana la levanta de manera mecánica. Camino a la escuela sólo contempla, percibe, se evade. La interacción con los otros le permite olvidar aquello y sonreír por momentos. Nadie sabe, ninguno sospecha. No pareciera haber algo raro en la alegre Camila.

La mañana va pasando igual que las anteriores, minuto a minuto, hora tras hora; luego, la clase de danza. Comienza la pista y la maestra se sorprende, la felicita; los movimientos de Camila se han vuelto más dramáticos, más consistentes, más expresivos, como si cada uno de sus pasos guardara un enigma. Lo que la profesora no sospecha es la causa de tal mejora: Camila no sólo repite una coreografía, sino comunica su sufrir, su pérdida, su desolación; llora danzando, grita danzando, se libera danzando. Encuentra con todo su cuerpo poder decir lo que con sus palabras le fue imposible. Los límites de su voz, una voz que adolece y que calla, son sobrepasados por el lenguaje del movimiento: sublime y armónico, pasional y arrebatado; su escape perfecto.

Todos en el aula posan sus ojos atentos y conmocionados sobre aquella bailarina que pareciera protagonizar un drama épico, creando una fuerte atmósfera melancólica, desesperada, trágica: Camila hace arte.

La pieza termina, firme, exacta, perfecta, bella. Se escucha estruendoso el aplauso de todos los presentes, y Camila, con una sonrisa, regresa.

Daniela Sánchez. Comunicación. UNAM
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¿Qué dice la teoría de la relatividad?


Todos han escuchado hablar de esta teoría pero, pocos saben qué es. A menudo se cree que la teoría sólo dice “todo es relativo” (la respuesta de mi madre cuando le hice la pregunta). Esto es de cierta forma correcto: sólo a medias.

La teoría esta dividida en dos partes: la especial y la general.

La parte especial está fundamentada en dos principios:

- El principio de la relatividad: las leyes de la física son las mismas en todos los marcos de referencia inerciales.

S A P I E N S a

- El principio de la constancia de la velocidad de la luz: la velocidad de la luz en el espacio libre tiene el mismo valor c (300,000 kilómetros por segundo) en todos los marcos de referencia inerciales.

Un marco de referencia es una “extensión” de un plano cartesiano (en la secundaria se usa para graficar puntitos y esas cosas). La palabra inercial quiere decir que viaja con rapidez constante y a lo largo de una línea recta, dicho de una manera más técnica, significa que no tiene aceleración.

Ambos sencillos principios encierran un significado muy profundo y son esenciales.

La parte general es una generalización de la parte especial y una gran explicación de la gravedad. Está fundamentada en una cosa:

- El principio de equivalencia: Supongamos que nosotros estamos metidos en un elevador de modo que no vemos nada de lo que sucede hacia fuera. Además estamos en mitad del espacio. De manera simple el principio dice que no hay manera de que distingamos entre la situación de que el elevador tiene una aceleración igual a la gravitacional terrestre debido a que se mueve aceleradamente y la situación de que estamos en la superficie terrestre fijos con respecto a esta. Con el principio de equivalencia la validez del principio de relatividad se extiende a cualquier tipo de marco de referencia sin importar su aceleración, ya que podríamos considerar que esa aceleración es debida a un campo gravitacional y no a nuestro estado de movimiento.

Además la teoría dice que la presencia de una masa en el espacio curva el espacio y el tiempo. Esa curvatura es la forma en la cual actúa la gravedad.

Omar Ramírez. Mecatrónica. IPN


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Reflexiones para elegir carrera y mantenerse en ella...


... o Del por qué estudio filosofía y de qué voy a vivir.


Una vez un joven estudiante de dieciocho años escribió lo siguiente:

La gran preocupación que debe guiarnos al elegir una profesión debe ser la de servir al bien de la humanidad […] los más grandes hombres de los que nos habla la historia son aquellos que laborando por el bien general han sabido ennoblecerse a sí mismos [ya…] que el hombre más feliz es el que ha sabido hacer felices a los demás…

Precisamente hace unos días un profesor me hizo recordar esta cita cuando después de decirle que estoy estudiando filosofía me preguntó: – ¿y de qué vas a vivir?-. De inmediato me enteré de qué se trataba su pregunta: –money- me dijo. Independientemente de lo que le conteste comencé a pensar en la siguiente pregunta: ¿Es el sueldo que vamos a ganar o los empleos que podremos conseguir lo único a tomar en cuenta a la hora de elegir qué carrera estudiar?

Curiosamente resulta que la pregunta que el profesor me hizo (un profesor de idiomas que originalmente quería ser actor -¿qué lo habrá hecho cambiar de vocación?-) es la pregunta más común que se les hace a los filósofos en proceso, incluso está la más famosa paráfrasis de esa misma pregunta: “Te vas a morir de hambre” Pues bien, si la respuesta a la pregunta anterior es: sí, sí hay que pensar antes que nada en cuánto vamos a ganar como profesionistas y en qué empleos vamos a conseguir al elegir qué carrera vamos a estudiar, entonces tiene sentido el que a estudiantes de medicina, de ingeniería, de informática o de contaduría, no se les haga la misma pregunta que a mí, ni se les augure una barriga predominantemente vacía.

E s p a c i o t

El punto aquí no es el menosprecio que se le ha dado a la filosofía en el ámbito de las carreras profesionales (como a cualquier otra carrera que tenga que ver con las humanidades o las artes) sino que nunca hayamos reparado en lo que nos conduce a elegir por profesión derecho en vez de teatro, enfermería en lugar de historia o administración en vez de letras por ejemplo. Mi pregunta es ¿cada cuándo los estudiantes a nivel licenciatura nos preguntamos a nosotros mismos por qué estamos estudiando lo que estamos estudiando? Probablemente ni siquiera hemos concebido esa pregunta. Quizá el único cuestionamiento que tuvo lugar alguna vez fue el de ¿qué voy a estudiar? Sin embargo tener claro el qué es distinto a tener conciencia del por qué. Pudiera ser por ejemplo que los padres de un chico elijan para su hijo la carrera de arquitectura puesto que ésta sí le asegura un buen futuro y no como los libruchos de un tal Aristo Telas que se la pasa leyendo y que solamente lo pervierten y le quitan el tiempo. En ese caso el joven ha de ver claramente lo que va a estudiar pero sin duda dejará de pensar en el por qué lo hará si es que pretende conservar la gracia y el sustento económico de sus padres.

La pregunta de por qué son solamente diez las carreras saturadas y más solicitadas en una universidad que imparte más de doscientas licenciaturas, recorre el mismo camino y descubre la misma respuesta. Ciertamente no creo que la UNAM tenga mejor nivel en la enseñanza de la informática que en la antropología o que la carrera de psicología tenga mejores maestros que los de letras clásicas. Si ese fuera el caso nuestra querida universidad no contaría con el prestigio internacional del que goza hoy en día, es decir, las universidades no entran en los rankings mundiales de mejor nivel por ser de excelencia académica solamente en dos, tres o cinco carreras.

E s p a c i o t

Si no es el nivel académico que demuestran las licenciaturas en la mejor universidad del país ¿qué nos lleva entonces a saturar los salones de las facultades de derecho, economía, medicina, ingeniería, arquitectura, contaduría etc., y a reducir los espacios de las facultades de filosofía y Letras y de Ciencias políticas y Sociales, así como de enviar a la periferia del campus (cuando no al exilio) a las artes plásticas y visuales? ¿Será que no hay suficientes doctores y abogados? ¿Será que hacen falta administradores, contadores e ingenieros en este país? Supongo que los índices de desempleo contestan a estás preguntas.

Mis conclusiones son muy sencillas. Hipótesis: Escogemos primordialmente las carreras más demandadas porque pensamos -como mi maestro- que son las únicas que pueden darnos para vivir cómodamente. Si esto es cierto entonces cada estudiante que diseña un proyecto de construcción o cada investigador que descubre un nuevo uso para tal o cual compuesto químico (por poner algunos ejemplos) trabaja no para su país, su pueblo, su nación o su universidad, sino para los intereses de las grandes industrias (nacionales o transnacionales) que puede pagarle un sueldo medianamente decente. Entonces los profesionistas egresados de la UNAM, como de cualquier otra universidad, compiten con sus títulos en mano contra otros profesionistas igual o mayormente preparados, para conseguir un puesto de trabajo dentro de las grandes empresas (que pueden ser del consumo, de la comunicación, de la salud, de la educación, etc.). La ley del más fuerte, la del sálvese quien pueda y la de que cada quien se rasque con sus propias uñas se instalan como axiomas en el mundo laboral. Esto sucede porque la vocación de los estudiantes que se formaron profesionistas fue, antes que nada, la del bienestar monetario y el beneficio individual. De lo que pocos se dan cuenta es que de este modo se incluyen alegremente en la lógica del capitalismo y la modernidad: nuestro trabajo alimenta a las industrias que nos alimentan a nosotros, solo que mientras los profesionistas alimentan a las industrias con productividad y riqueza, las industrias alimentan a sus trabajadores a veces con tecnologías innecesarias, a veces con modas pasajeras, otras veces con cosméticos y decenas de suplementos alimenticios inservibles pero imprescindibles, y casi siempre con endeudamientos de tarjetas de crédito.

E s p a c i o t

En general en esta lógica tan simple todos son felices (si fuera lo contrario no podría explicarme cómo es que este sistema ha sobrevivido por más de dos siglos) pero hay un pequeño problema. Y es que de por medio quedan excluidas todas aquellas actividades profesionales que “no producen”, que “no son rentables”, por ejemplo la reforestación, la descontaminación del medio, la recuperación de las reservas naturales, la educación en zonas rurales, la defensa del indígena inocente, el ejercicio filosófico por supuesto, y casi todas las actividades culturales y artísticas dirigidas a la educación del pueblo y no sólo de la élite del país.

Regresemos ahora a la cita con la que iniciamos estas líneas. Si lo anterior ha quedado demostrado entonces es claro que el servir al bien de la humanidad seguro no entra en nuestra lista de preocupaciones a lo largo de la carrera y de las reflexiones que nos hacemos desde el papel que como tal o cual profesionista jugamos en la sociedad en que vivimos. Esto afecta de manera negativa nuestras nociones de bienestar, comunidad, desarrollo profesional, felicidad, solidaridad, y en general todos los conceptos que nos permiten despertar a la conciencia de ser pueblo más allá de ser individuo. Es decir que mientras más pensemos lo concreto desde lo concreto, sin fijarnos antes en sus fundamentos abstractos, o dicho de otro modo, mientras tratemos de solucionar los problemas sociales en general (políticos, económicos, culturales, etc.) desde la superficie sin tratarlos verdaderamente de raíz, lo que haremos seguirá siendo tapar el pozo después de ahogar al niño. En este sentido nuestro tan anhelado “progreso” esta condenado a ser en realidad un “retroceso” (del que existen ahora inocultables evidencias, por ejemplo el calentamiento global) colectivo.

E s p a c i o t

Muchas líneas más se podrían escribir a partir de esto pero mi intención no es definir ni afirmar algo sino plantear interrogantes como ejercicio reflexivo y de autoevaluación. Para terminar entonces debemos reconocer que el cuestionamiento que nos lleva a la elección de carrera casi nunca va de la necesidad del pueblo a la responsabilidad del sujeto, casi siempre toma por ruta la necesidad del sujeto como individuo. No dudo sin embargo que existan hombres y mujeres que han sabido con su trabajo servir al bien general, pero son tan pocos y extraordinarios que sus nombres caben en un volumen de historia. Valdría la pena entonces preguntarnos unos a otros no cuánto ganas, o de qué vas a vivir o si tu profesión tiene buena oferta de trabajo, sino si lo que estás haciendo lo haces en orden de servir a la humanidad (léase también pueblo, comunidad, país, nación, patria, universidad, etc.,) o en orden de servirte de la humanidad (léase también pueblo, comunidad, gente, país, nación, patria, universidad, etc.,). Mi esperanza es que cada vez más estudiantes y profesionistas demuestren estar haciendo lo primero para que el porcentaje de la población que se dedica más bien a lo segundo, sea a su vez menor. Solo así, ese otro mundo que es posible, se volverá concreto es decir real.

Por cierto el jovencito que escribió lo que al inicio cité vivió y murió casi en la miseria pero contribuyó, con enorme importancia, en la política, la economía y la filosofía de su tiempo y aunque sus aportaciones tienen cerca de dos siglos siguen teniendo vigencia. Entre cuadernos de notas y ensayos su más grande obra, pieza angular de la crítica a la economía moderna fue El capital. Lo citado al inicio pueden encontrarlo en Karl Marx “Reflexiones de un joven al elegir profesión” en Obras fundamentales, v. 1, 1982, México, FCE.


Miriam Nazario. Filosofía. UNAM

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