Por: Gibrán Ramírez
“En nuestro país, para seguir siendo verdaderamente un país independiente, debe haber discrepantes; la discrepancia no es sólo la esencia misma de la Universidad, sino la de toda república democrática, ¡viva la discrepancia!” Javier Barros Sierra, (Destacado rector, defensor de la autonomía y hombre ejemplar) 1970.
A modo de introducción quiero puntualizar que la palabra grilla tiene varias acepciones, entre las que se cuentan la de contrariedad y mentira; política, en su sentido originario se refiere a la participación de los asuntos -todos- de la vida pública, pero, de manera constante la participación crítica en nuestro entorno más inmediato (la escuela), es un tabú para la mayoría de los universitarios.
A modo de introducción quiero puntualizar que la palabra grilla tiene varias acepciones, entre las que se cuentan la de contrariedad y mentira; política, en su sentido originario se refiere a la participación de los asuntos -todos- de la vida pública, pero, de manera constante la participación crítica en nuestro entorno más inmediato (la escuela), es un tabú para la mayoría de los universitarios.
Se puede criticar la realidad nacional pero exentando a la UNAM de tal crítica. Es necesario hacer una revisión de la forma de conducirnos ante la política y las políticas en todas las esferas que rodean nuestra vida social, de lo contrario seremos más criticones que críticos, no tengamos, entonces, miedo a ser tachados de grillos, seamos responsables y participemos crítica e informadamente.
La política, universitaria es un tema pocas veces abordado en la opinión pública. La UNAM ha resultado un ente intocable o que se ha hecho necesario no tocar, para no ser tachado de “grillo” o ser comparado con los integrantes de grupos “ultras” o radicales, que mantienen una postura -total y no siempre racionalmente- crítica contra todo lo que signifique institucionalidad.
La política, universitaria es un tema pocas veces abordado en la opinión pública. La UNAM ha resultado un ente intocable o que se ha hecho necesario no tocar, para no ser tachado de “grillo” o ser comparado con los integrantes de grupos “ultras” o radicales, que mantienen una postura -total y no siempre racionalmente- crítica contra todo lo que signifique institucionalidad.
En este ambiente de Loas a Juan Ramón de la Fuente, me gustaría hacer un pequeño recuento de grandes problemas sin solución.
El estado de las libertades en la UNAM es una cuestión sui géneris, los alumnos tienen libertad de expresión pero limitada por la autoridad, según dice la legislación universitaria; los maestros tienen libertad de cátedra y la extralimitan, algunos “colectivos ‘estudiantiles’ ” hacen uso exclusivo de espacios de la comunidad y utilizan en su beneficio los recursos de todos; ahí la legislación simplemente no se aplica. Todo sea por la estabilidad política.
La burocracia universitaria es tan ineficiente y lenta como cualquier burocracia en el país, mejor hubiera sido, canalizar los esfuerzos a hacer más eficiente la acción administrativa que a certificarla con ISO 9000 sin que podamos ver alguna diferencia; los burócratas y funcionarios de la UNAM son, también, de los consentidos del país. Juan Ramón de la Fuente, se va con sueldo vitalicio (al que sólo ha renunciado el ex rector González Casanova) y eso mismo pasa con todos los directores que repiten al frente de una facultad.
El sindicato es un factor real de poder que hace lo que quiere, cuando quiere y como quiere; por ejemplo, la mayoría de los trabajadores se toman sin problemas el 10 de mayo, originalmente reservado sólo a las madres, lo peor es que están logrando instituir estos “logros” como parte del contrato colectivo de trabajo.
En la Universidad, como en todo México, hay un ambiente corrupto y viciado: maestros y alumnos que intercambian dinero o alguna otra cosa por una calificación aprobatoria, amiguismo y encubrimiento entre directores y maestros que influye en la calidad académica y administrativa, maestros que se embolsan miles enviando a sus alumnos a obras teatrales, otros tantos que acosan a sus alumnas sistemáticamente, algunos que usan la humillación como método didáctico, abogados (como el de la ENP o el de prepa 6 ) que actúan como agentes del ministerio público, etcétera, etcétera. No nos confundamos, la UNAM no es un oasis en el desierto mexicano.
Todo lo digo porque me consta y, ante tales atropellos, es una obligación ética recordar que no todo es miel sobre hojuelas.
Es cierto que estos asuntos no dependen del rector solamente, debieran ser discutidos y resueltos por toda la comunidad, pero ¿cómo hacerlo en una Universidad profundamente antidemocrática?. La verdad es que las firmas y declaraciones de apoyo a los candidatos van y vienen, pero al rector lo eligen 15 “notables” de una junta de gobierno que no tiene que dar ninguna explicación del sentido de su elección.
Afortunadamente el señor rector De la Fuente ha dado un buen empujón a la Universidad, pero falta mucho por avanzar. Y para avanzar se necesita un sector estudiantil que sea serio y crítico. ¡Viva la discrepancia!
gibran.ramirez.reyes@gmail.com
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